Menú Inicio

Salud, dinero y amor.


A lo largo de nuestra vida, siempre hemos escuchado que hay tres cosas que mantienen el equilibrio de todo: la salud, el dinero y el amor. Aunque parecen conceptos sencillos, en realidad, encierran grandes verdades sobre lo que significa ser humano. La salud, por ejemplo, es el cimiento de todo; sin ella, poco se puede disfrutar. Es algo que, aunque a veces depende de la suerte y de los genes, también está muy ligado a nuestras decisiones, a ese frágil equilibrio entre lo que podemos controlar y lo que simplemente nos toca en la lotería de la vida.

Luego está el dinero, ese invento tan real como abstracto, que depende tanto de nuestra creatividad y trabajo duro como del capricho del mercado y de quienes mueven los hilos desde las sombras. Si trabajas por tu cuenta, te enfrentas a un juego de azar donde el éxito y el fracaso van de la mano con las reglas del mercado. Si trabajas para otros, siempre puedes echarle la culpa a tu jefe o a «los de arriba» cuando las cosas no salen como esperabas. Pero, sea como sea, el dinero termina siendo ese medio indispensable que necesitamos para mantenernos sanos y, con suerte, disfrutar de la vida.

Y aquí nos topamos con la gran ironía: «no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita». Esta frase suele ser el consuelo de quienes no andan nadando en billetes, pero en el fondo, es una verdad que todos intuimos. Ahí estaban los hippies, con su lema de «sexo, drogas y rock and roll», queriendo demostrar que no necesitaban grandes fortunas para ser felices. Claro, hasta que esa vida de excesos les pasó factura y nos recordó que, al final, todos volvemos al punto de partida.

En cuanto al amor, ese gran misterio que ha inspirado a tantos poetas y filósofos, es probablemente lo más difícil de atrapar. Para los románticos, el amor lo es todo… hasta que se encuentran con la realidad de que, sin un plato de comida en la mesa, las cosas se complican. No es que el amor no sea importante, pero cuando el dinero escasea, es difícil que no se vea afectado.

Al final, cuando intentamos definir la felicidad, nos damos cuenta de que quizá se trata más de no tener demasiadas preocupaciones. Preocuparnos por la salud es normal, aunque no siempre sirva de mucho. Estresarnos por el trabajo es cosa de todos los días, especialmente cuando sentimos que estamos atrapados en una rutina sin salida. Y el amor… bueno, ese sigue siendo un enigma, pero lo que es seguro es que muchas de nuestras preocupaciones vienen de nuestros propios deseos y miedos.

¡Salud! Porque, al final, con eso empieza y termina todo.

Categorías: Negocios

Avatar de Desconocido

Higinio Iglesias

Corredor de seguros y otras aficiones

Deja un comentario